el pasado domingo tuve la oportunidad por azares del destino de conocer la hacienda de acayapan, un lugar de gran tradición ranchera (vaquera) de nuestra ciudad.
muy temprano llegue a las afueras de este lugar, fue ahí donde, decenas de personas que apenas arribaban, de botas y sombrero, me vieran con gran extrañeza pues yo vestia mis botas de explorador, pantalones de mezclilla y una playera negra, mis ojos eran cubiertos por lentes obscuros y llevaba sobre mi espalda mi inseparable mochila donde guardo mi equipo fotográfico. a pesar de que las miradas me mandaban mensajes que claramente decían "no perteneces a este lugar" decidí adentrarme en este recinto de color blanco grisáceo (pues no puede ser blanco por la tierra que tienen pegada en sus muros) con motivos en azul, ahí adentro, sin importar que el inmueble se encontraba semi-vacio, una banda interpretaba cumbias, sones e incluso narcocorridos, ambientando a quienes ya estaban en sus lugares platicando con sus amigos disfrutando de unas cervezas. poco a poco el lugar se fue llenando, la banda se despidió y un grupo norteño subió al escenario improvisado casi arriba de las laminas que sirven como techo en el graderío. derrepente, el sonido local comienza a nombrar a cada uno de los ganaderos que facilitaron los toros para que se pudiera llevar a cabo el jaripeo, todos ellos pasan al centro del ruedo, de la misma manera se nombran los jinetes, al entrar al ruedo algunos tocan la tierra para pedir a dios poder regresar con vida a casa, otros incluso sacan estampitas de su santo preferido y se encomiendan a el, otros solo saltan al ruedo, toman su turno y van hacia la orilla del corral, después de esto, el anunciador da paso a la oración del jinete, y después la música vuelve a sonar.
sigue tocando el grupo norteño, preparan la primera monta, al llegar el momento de subir a los lomos de un toro de casi media tonelada se escucha la marcha de zacatecas, en el rostro del jinete se ven los nervios, la ansiedad y la seguridad de poder domar a la bestia que montara, se dirige hacia el corral donde el animal espera furioso, derrepente, se abre la puerta el jinete cae en los lomos de la poderosa bestia y solo se sostiene con las espuelas de sus botas, el toro se arremolina tratando de quitárselo, mientras esto sucede el vaquero lanza besos a la multitud con su boca y manos, debilitado, el animal deja de reparar, llegan los vaqueros y lanzan por los cuernos al animal, el jinete baja victorioso, se escucha una diana y siguen los corridos.
así sigue pasando la tarde,cae la lluvia, algunos jinetes se quedan montados, otros son derribados, terminan las montas y comienza el baile, el alcohol corre por todos lados, el baño es atestado, y el baile sigue, da la media noche y todo termina.
estas escenas las podemos vivir domingo a domingo, un mundo donde la música, las montas, las bellezas y las fellezas se reunen para crear un mundo abstracto y alucinante dentro de nuestra ciudad.
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